Las crisis económicas tambalean los cimientos incluso de las organizaciones más sólidas. Para muchas personas trabajadoras, especialmente quienes están en primera línea, eso significa tener que lidiar con clientela frustrada, cambios repentinos de políticas y una creciente sensación de inseguridad laboral. Para quienes lideran, el reto es enorme: mantener la motivación del equipo mientras se toman decisiones difíciles para sostener el negocio.
En estos momentos, muchas organizaciones se enfrentan a una pregunta clave: ¿seguimos invirtiendo en cultura organizacional y bienestar, o recortamos para sobrevivir?
Puede parecer que la cultura es prescindible en tiempos de crisis, pero la historia, y muchos estudios, demuestran lo contrario: la inclusión es esencial para construir empresas fuertes y resilientes.
La inclusión aporta estabilidad
En países como Estados Unidos, hay una recesión cada seis años, lo que significa que la mayoría de las personas vivirá varias a lo largo de su carrera profesional. En esos periodos de incertidumbre, una cultura organizacional sólida puede marcar la diferencia. Las personas más jóvenes, que viven su primera crisis laboral, suelen sentir más ansiedad. Quienes sostienen económicamente a sus familias, además, cargan con un peso emocional añadido.
Aquí, la inclusión cobra un papel fundamental. Cuando los liderazgos son transparentes, accesibles y centrados en las personas, se genera un clima de estabilidad. Las personas que se sienten valoradas tienden a implicarse, incluso en momentos duros.
Un estudio de Harvard Business Publishing muestra que el liderazgo auténtico, basado en las personas, mejora la moral del equipo, sobre todo cuando va de la mano de prácticas inclusivas. Cuando hay confianza, y las personas entienden cómo su trabajo contribuye a que la empresa salga adelante, la motivación y la productividad se mantienen, incluso bajo presión.
Percepciones económicas y comportamiento en el trabajo
Diversos estudios apuntan a que la percepción que tienen las personas sobre la situación económica afecta directamente a la forma en que se relacionan en el trabajo. Las malas noticias económicas pueden activar actitudes de autoprotección, haciendo que disminuya la colaboración. Esto debilita la cohesión y la resiliencia de las organizaciones. Por eso, quienes lideran deben ser conscientes de que, en tiempos de crisis, no todas las personas actuarán automáticamente en beneficio de la empresa. Para evitar ese efecto, es clave cultivar una cultura basada en la confianza mutua y cohesión en el lugar de trabajo.
Evitar los efectos de la negligencia.
Dejar de lado la equidad y la inclusión en tiempos de dificultad puede salir muy caro. Algunas empresas que ignoraron estos aspectos acabaron enfrentándose a sanciones legales o daños reputacionales que agravaron aún más sus problemas financieros. Por ejemplo, Trident Mortgage Company tuvo que pagar una multa de 22 millones de dólares por prácticas discriminatorias. Es un aviso claro de lo que puede ocurrir cuando no se prioriza la equidad en la gestión.
Por el contrario, las empresas inclusivas incorporan mecanismos de control desde su propia cultura. Estos mecanismos reducen riesgos y alinean las decisiones con los objetivos del negocio a largo plazo y las expectativas de la comunidad.
La equivos con diversidad impulsan la adaptabilidad y la lealtad
En contextos difíciles, las organizaciones inclusivas tienen una ventaja clave: su capacidad de adaptación. Los equipos diversos aportan diferentes perspectivas, lo que permite encontrar soluciones innovadoras y evitar la mentalidad de grupo (groupthink).
Durante la pandemia de COVID-19, un estudio de McKinsey mostró que las empresas con liderazgo diverso supieron anticipar mejor los cambios en el comportamiento de sus clientes y responder con agilidad. Esa flexibilidad es vital en mercados volátiles, donde se requiere ajustar estrategias y rediseñar experiencias rápidamente.
Un buen ejemplo de esto lo encontramos en el sector tecnológico, especialmente en Silicon Valley. Aunque se le conoce por su innovación, su verdadero valor ha estado en su cultura de apertura e inclusión. Esa cultura no solo atrae talento, sino que ayuda a mantener equipos de alto rendimiento incluso en tiempos de incertidumbre.
Resiliencia a largo plazo
Las crisis económicas son inevitables, pero sus efectos no tienen por qué ser devastadores. Las empresas que integran la inclusión en su base son las que mejor navegan los momentos de incertidumbre.
Fomentar la diversidad de perspectivas, construir relaciones de confianza y conectar con los valores actuales de los clientes, construye una base sólida que va mucho más allá de la crisis inmediata.
En última instancia, la inclusión ofrece una hoja de ruta hacia el éxito a largo plazo.
Las empresas deberían reconocer el valor intrínseco de la inclusión y entenderla como una inversión que generará beneficios mucho más allá de una crisis económica.
En Serein hemos desarrollado una serie de herramientas avanzadas que tienen en cuenta la complejidad del comportamiento humano y las dinámicas del entorno económico.
Nuestro objetivo es ayudar a las organizaciones a ser más resilientes y construir culturas más sólidas.
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